En la transición energética, también la clave está en el gas

Antonio Pérez Palacio, SAICA

 

Para nuestras industrias intensivas en calor, la energía es un factor decisivo que puede marcar la diferencia entre  estar en beneficios o no, retribuir a los accionistas o no, y también entre seguir invirtiendo para ser sostenibles o no hacerlo. La electricidad y el calor son vectores energéticos en un contexto de transición energética y descarbonización de nuestra economía que deberían direccionarse conforme a las necesidades y posibilidades específicas de las actividades industriales. 

La industria intensiva en energía, bien sea en electricidad, en calor o en ambos, comparte una visión integral y comprometida con el bienestar y el progreso de nuestra sociedad. El compromiso de nuestras industrias es incluyente en múltiples ámbitos: con la eficiencia energética y la sostenibilidad de las demandas industriales; con la promoción del uso de energías renovables y el impulso al desarrollo del gas natural, y con la inversión en tecnologías que brinden más posibilidades de gestión de la producción distribuida y de la demanda de energía asociada a los procesos industriales. Y ello, sintonizando las políticas de Estado y las iniciativas sectoriales, equilibrando regulación y mercados, y haciendo protagonistas a productores y consumidores.

 

En España estamos muy lejos de las posiciones de cabeza en cuanto a competitividad energética de nuestros competidores europeos y ello afecta a la electricidad y al gas natural. Sin duda, en la transición energética, la clave también está en el gas.

 

Todo instrumento, política o medida capaz de proporcionar resultados tangibles en referencia a la industria, de potenciarla y multiplicar sus beneficiosos efectos, nos es propio y lo compartimos con la sociedad. La industria es un agente activo ante los retos energéticos, ambientales y de desarrollo en los que vivimos y por ello es vital situarla en el foco de las políticas energéticas y ambientales, como ya lo está en las políticas de empleo, las de desarrollo tecnológico o las de digitalización.

 

En España, las industrias consumen como gas natural tres veces la energía que emplean como electricidad. Si tenemos en cuenta que el orden de precio de la electricidad en las industrias triplica el de gas natural para la misma energía, llegaremos a dos conclusiones: la primera, que para la industria en términos económicos es igual de importante disponer de electricidad  que de gas natural competitivos; y, la segunda, que para la industria es inviable electrificar sus consumos energéticos de calor porque triplicaría sus costes, además de que resultaría técnicamente inviable en múltiples actividades productivas.

 

Y aquí es donde el binomio gas y electricidad, imprescindible para la industria, se da la mano con la cogeneración, que es sin duda la viva imagen de la eficiencia energética.

 

El gas, en el centro de la industria y de la descarbonización

El gas está en el centro de la descarbonización de nuestra economía con enormes posibilidades tecnológicas. Aunque resulta evidente la dificultad de descarbonizar el calor asociado a las demandas industriales y hacerlo de manera competitiva, la cogeneración comparte con el gas grandes e interesantes sinergias para lograrlo, como son las asociadas a sus características de generación distribuida, situación en los emplazamientos industriales y en las inmediaciones de otros consumidores y aportación de tecnologías en consonancia con la circularidad de balances energéticos y materiales de las industrias.

 

Los cogeneradores somos esencialmente industria intensiva en calor, energía que necesita seguir siendo generada en forma de calor y electricidad de la manera más eficiente, de forma que nuestras industrias continúen siendo competitivas y sostenibles en sus procesos manufactureros. Los cogeneradores somos también transformadores de gas natural, un 40% del gas natural que emplea la industria nacional se transforma en cogeneración. La industria es, por tanto, el agente de unión entre la cogeneración y el gas, un combustible limpio, eficiente, de alcance global, con enorme potencial en cambios tecnológicos decisivos y un factor a gran de escala en la descarbonización de la economía.

El gas es, hoy por hoy, el combustible limpio y por excelencia de las industrias. Sobre el gas que pivota la competitividad energética de nuestros industriales nacionales cuando compiten a nivel internacional.  Sobra decir en este foro que en España los costes del gas para la industria no son competitivos.

 

La demanda nacional de gas está aumentando y lo hace de forma sostenible, en gran medida porque la industria crece y empuja esa demanda. En lo que va de año, la demanda convencional se ha incrementado el 5,4%.  El mejor exponente del crecimiento en industrias en las que el calor -y el gas natural- es primordial está, precisamente, en las que cogeneran. La cogeneración industrial creció en los primeros diez meses de 2017 un 9%, confirmando el principio de que a más industria, más cogeneración, más gas y más eficiencia.

 

Las empresas cogeneradoras españolas -cientos de industrias en las que el calor se constituye en factor primordial de los procesos de fabricación-, producen el 11% de la electricidad del país, empleando el 25% de todo el gas natural consumido en España.  La cogeneración está presente en alimentación,  papel, química, cerámica, textil, refino y otros muchos sectores. Las industrias que cogeneran aportan el 20% del PIB industrial y que mantienen unos 200.000 empleos directos. También consumen electricidad, 5% de la demanda nacional, pero es precisamente la demanda de calor la que hace posible que se emplee la cogeneración de alta eficiencia energética, promovida por la Unión Europea, para producir conjuntamente calor y electricidad, ahorrando así energía y emisiones, siendo más y más eficientes. 

 

La cogeneración contribuye a la eficiencia energética, la acción por el clima y la competitividad de gran parte de la industria nacional, supone garantía de potencia y es generación distribuida. Y la actividad de la cogeneración como productor de electricidad es primordial para lograr un mercado eléctrico más estable y con menores niveles de precio para todos los consumidores, así como la significatividad y estabilidad de su demanda gasista es clave para lograr mayor volumen, liquidez y desarrollo en los mercados gasistas y en sus redes.

 

Todas estas contribuciones de la cogeneración hacen que sea una aliada de los objetivos de España en eficiencia, descarbonización y bienestar y con ello un actor clave de las políticas de Estado de Transición Energética. La eficiencia energética de la cogeneración es la mejor respuesta al cambio climático. 

 

Las plantas de cogeneración españolas, fundamentales en el presente y el futuro industrial del país, necesitan ahora un marco que les garantice su continuidad cuando muchas de ellas van llegando al final de su vida útil regulada. Los industriales cogeneradores necesitar esa garantía para la permanencia de las instalaciones  y para abordar importantes inversiones que den futuro a las plantas en funcionamiento y con ellas a la continuidad de sus valiosas aportaciones a la industria y al país.

 

La Ley de Cambio Climático y Transición Energética es la oportunidad para priorizar a la industria en la agenda energética y climática del país, una oportunidad tecnológica, económica y social. Los consumidores industriales de gas tenemos que reclamar un papel en esos nuevos desarrollos energéticos. Estamos comprometidos con la sostenibilidad y con la eficiencia, formamos parte de esta compleja transición energética que, si camina pareja con el futuro de nuestras industrias, constituirá un éxito para todos.

 

La cogeneración es imprescindible para reforzar el protagonismo que debe adquirir la industria y el gas en la transición energética y la acción por el clima y para lograr políticas y acuerdos con escenarios realistas que integren los necesarios aspectos de desarrollo, competitividad económica, empleo y bienestar asociados a la mayor actividad industrial que España necesita.

 

Antonio Pérez Palacio, SAICA