Carlos Aladjem, Solvay Energy Services Spain & Portugal Energy Senior Lead Buyer
La sociedad global, lo hemos visto reflejado en la COP21, demanda avanzar hacia una economía menos emisora de CO2, para lo que existen tres vías: la incorporación de energías renovables, la reducción del consumo energético mediante programas de eficiencia energética y la innovación, que ha de ser transversal a las dos vías anteriores.
La primera, el uso de renovables, supone un difícil reto de llevar a la práctica en el caso de la industria muy intensiva en consumo de energía, ya que necesita asegurar la continuidad y la fiabilidad de sus procesos.
Por tanto, el esfuerzo debe centrarse en la segunda vía, en la de la mejora de la eficiencia energética, que sin duda es pieza angular de la competitividad de la industria española en un mercado globalizado.
La industria, en su conjunto, supone el 28% del consumo la energía final del país, por detrás del transporte que representa el 38%. Por sectores de actividad, la industria química es la mayor consumidora, con un 23,3%.
Si nos circunscribimos al consumo de gas, también la industria química ocupa el primer puesto de los sectores industriales con un consumo de 3477 ktep en 2013, el 34% de todo el consumo industrial. Así, en 2013 el consumo de la industria química supuso el 12% del consumo de gas natural del país. Debemos tener en cuenta que el gas para la industria química no sólo es combustible para la producción del calor útil en forma de vapor -normalmente por cogeneración, a la búsqueda de la mayor eficiencia energética-, sino también y en muchos casos materia prima para sus procesos productivos.
La competitividad de nuestra industria química de base, y por tanto su supervivencia, está indefectiblemente ligada al acceso a mejores precios de gas, en línea con la de nuestros competidores europeos. En definitiva, el precio del gas es un factor crítico y estratégico incuestionable. Es evidente, por tanto, que debería aplicarse un tratamiento específico incluyendo medidas que mejoren tanto el coste de los peajes como de la fiscalidad a este tipo de empresas en las que el consumo de gas es intensivo.
La realidad a la que venimos enfrentándonos en los últimos años ha sido -y es- muy desfavorable en comparación no sólo con la industria americana, que ha visto reducido su precio de gas por la entrada masiva de gas no convencional de origen autóctono, sino incluso frente a nuestros competidores del norte de Europa, con diferencias de precio que han alcanzado entre el 30 y el 40%.
En este punto, parece como si el gas hubiera sido el gran olvidado de la política energética del país. Y parece un hecho que así ha sido, eclipsado por la importancia mediática que se da a la factura eléctrica, pero que de ningún modo responde a la realidad, ni en el ámbito doméstico ni en el industrial.
Ahora esta realidad va a cambiar. El pasado día 16 de diciembre arrancó el Hub ibérico. Se puso en marcha un mercado organizado que, como ha sucedido en otros países, debería conducir a una mayor transparencia de precios y a la reducción de márgenes comerciales. En paralelo, el aumento de la capacidad de interconexión de la Península con Francia y la entrada de GNL norteamericano al sistema gasista español, facilitarán la convergencia de precios con nuestros vecinos hasta la creación de un mercado único europeo.
Confiamos en que no sea demasiado tarde para reindustrialización del país, tan reclamada por los industriales como prometida por las administraciones.
Carlos Aladjem
Solvay Energy Services
Spain & Portugal Energy Senior Lead Buyer
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