Aspectos clave sobre la competitividad de la industria en la actualidad

Ignasi Nieto, Miquel y Costas 

 

En la actualidad, la industria se enfrenta a retos que afectarán de manera decisiva a su capacidad competitiva en el futuro y a su propia supervivencia en el largo plazo. Desde hace algunos años, en Europa y en los Estados Unidos existe un consenso por parte de los poderes públicos en la necesidad de una progresiva reindustrialización, o en todo caso, en mantener el tejido industrial que aún conservamos los países occidentales. La deslocalización del sector industrial, mayoritariamente hacia países asiáticos, que ha tenido lugar en las últimas décadas, ha supuesto una pérdida importante de puestos de trabajo de alto valor añadido así como una pérdida en el grado de diversificación de nuestras economías. 

 

 

Hay algunos factores que pueden facilitar este proceso de reindustrialización o fortalecimiento de la competitividad de la industria en Occidente. Los más importantes son aquellos factores que hacen que crezcan los costes de producción principalmente en países como China y que, por tanto, se reduzca el atractivo de producir en este país en detrimento de Occidente. La enorme ventaja competitiva en costes (principalmente laborales) que se daba en algunos países asiáticos, especialmente en China, se ha ido reduciendo a medida que se ha ido desarrollando una clase media con mayor poder adquisitivo en el gigante asiático. Esta clase media reclama salarios mayores para acceder a bienes y servicios mejores. Además, reclama la intervención de los poderes públicos en cuestiones como el medioambiente. Las regulaciones medioambientales en China son cada vez más exigentes, y en algunos casos son equiparables a las europeas. 

Adicionalmente a estos factores, de la lectura de algún resumen de la planificación del gobierno chino (13º Plan Quinquenal 2016-2020) se puede comprobar que uno de los grandes retos planteados para los próximos años es el del incremento de la calidad y la innovación en los productos fabricados por China. Es decir, el gobierno chino es consciente de que debe ir sustituyendo una industria que florecía gracias a su ventaja comparativa en costes por una industria que progresa porque fabrica productos de calidad e innovadores. 

 

Estos factores, sin duda, aumentarán relativamente los costes de producción en China. Existen otras ventajas para algunos países de nuestro entorno como por ejemplo, la revolución del fracking aplicada al shale gas en los Estados Unidos que está permitiendo a este país disfrutar de unos costes del gas natural muy competitivos.

 

No obstante, a pesar de que la diferencia de costes se va a ir reduciendo, este nuevo paradigma presenta riesgos enormes para nuestra industria, ya que las ventajas en calidad de producto, confiabilidad y servicio técnico, como ejemplos de fortalezas por parte de nuestra industria, se van a ir reduciendo también. Ante este nuevo paradigma, la competitividad en costes pasa a ser más crítica que antes ya que mientras en el pasado, un cliente de nuestra industria podía aceptar alguna diferencia en precios a cambio de tener, por ejemplo, una mayor garantía de suministro o un mejor servicio, en el futuro esa ventaja no será tan patente.

 

Los poderes públicos tienen un papel clave en la competitividad de la industria ya que pueden condicionar de manera crítica algunos costes clave para la industria. Por ejemplo, las infraestructuras logísticas de un país y sus costes (transporte terrestre, puertos, aeropuertos, tasas e impuestos, etc...) afectan a la competitividad de un producto y son diseñadas, financiadas y reguladas enteramente por el sector público. A continuación me gustaría repasar, resumidamente, dos inputs de producción sobre los que los poderes públicos afectan de una manera fundamental. Se trata de los costes del gas natural y de los costes medioambientales en especial los del CO2.

El gas natural es un input imprescindible para la mayoría de las industrias. En España disfrutamos de un sistema gasístico muy sofisticado que nos permite disponer de un elevado grado de  diversificación gracias a la elevada capacidad de regasificación del sistema. Sin embargo, el sistema gasista español adolece de una reducida capacidad de interconexión con el resto de Europa lo cual resta grados de libertad al sistema. Las actuales interconexiones gasistas por el norte (Irún y Larrau) tienen una capacidad muy reducida tanto de importación como de exportación. Uno de los proyectos más importantes para el futuro es el gasoducto del Midcat por los Pirineos Orientales. No obstante, todas estas interconexiones no tendrán un efecto positivo en el sistema español si en Francia no se refuerzan los corredores interiores que permitan transportar gas del resto de Europa a España y viceversa. La falta de una mayor demanda de gas en el sur de Francia dificultaría este proyecto desde el lado francés.

 

Un mayor grado de interconexión permitiría poder tener mercados más líquidos y sofisticados en el lado español. La creación del hub ibérico de gas ha sido un gran paso ya que empieza a enviar una señal de precio en un mercado tradicionalmente basado en contratos bilaterales y sin precios transparentes y públicos. No obstante, su falta de liquidez (apenas representa el 3% de la demanda nacional) impide que sea todavía una referencia válida como sucede con otros hubs europeos. La falta de interconexiones y de liquidez hace que el hub ibérico todavía muestre un spread de precio importante (por encima como mínimo de los 2€/MWh de manera constante) con los hubs más significativos de Europa.

 

En segundo lugar, la industria tiene como reto contribuir al progreso sostenible de la sociedad sin poner en riesgo la competitividad. Las negociaciones que se están llevando a cabo en la actualidad en la UE, a través del llamado trílogo (Comisión Europea, Consejo Europeo y Parlamento Europeo), para la reforma del esquema de comercio de emisiones de la UE (EU ETS en sus siglas en inglés) son clave para conseguir una solución de compromiso adecuada que permita conciliar los dos objetivos citados anteriormente. Existen crecientes presiones por parte incluso de algún jefe de Estado que defienden un precio elevado de la tonelada de CO2 cercano a los 30€/TCO2. Es evidente que sólo una señal adecuada de precio permitirá internalizar los costes ambientales que el mercado no es capaz de valorar libremente, y por tanto acelerará la incorporación de tecnologías alternativas al mercado. No obstante, debemos ser cautelosos y en todo caso acompasar los crecimientos de precios a lo que hagan los países que no están sujetos al EU ETS y cuya competencia industrial sea relevante, para evitar así fugas de carbono que lo único que conseguirían es que las emisiones se produjeran en otros lugares del globo. De cara a la reforma final del EU ETS el papel de los países y sus gobiernos es clave, porque además de las cuestiones relativas al nivel de precio, para la industria será crítica la senda descendente que finalmente se defina en lo que respecta a las asignaciones gratuitas de derechos de emisión. Una senda demasiado agresiva pondría en riesgo la sostenibilidad económica de muchas industrias y eliminaría las inversiones potenciales que estas puedan acometer con sendas más suaves.

 

Ignasi Nieto, Miquel y Costas