Tres tipos de gas para un nuevo tiempo. Natural canalizado, licuado y renovable

Verónica Rivière, directora general  de GasINDUSTRIAL

 

España cuenta con seis plantas de regasificación operativas con tanques de GNL, situadas en Barcelona, Bilbao, Cartagena, Huelva, Mugardos y Sagunto. Y además, con seis puntos de conexión internacional: dos con África, por Tarifa y Almería (con los gasoductos del Magreb y Medgaz, respectivamente), dos con Portugal, a través de Badajoz y Tuy, y otros dos con Francia, por Irún y Larrau. Los diferentes orígenes de aprovisionamiento de la Península Ibérica mediante gas canalizado y con las plantas de GNL, nos permiten beneficiarnos de las oportunidades que presentan los dos mercados.

 

En estos últimos tiempos hemos contemplado una rara situación hasta ahora nunca vista en los precios del petróleo y del gas y que plantea dudas de cómo evolucionará a futuro.

 

Por eso vamos a dar un rápido vistazo a esta historia para ver cómo ha acaecido. El punto de partida y capítulo uno de esta rara historia de descenso de los precios del gas se sitúa de entrada en el mercado de Estados Unidos, que pasó de ser un país principalmente importador a construir trenes de licuefacción y a lanzarse a exportar gas por todo el mundo. Algo que poco después se repetiría con el caso de Australia, que siguió también esa misma senda marcada por Estados Unidos. El shale gas revolucionó los mercados mundiales. Este exceso de GNL ha provocado una ola de llegadas a Europa. Con este arranque, el mercado mundial ha estado sujeto a un aluvión interminable de perturbaciones, tanto en la oferta como en la demanda.

 

El primer barco de GNL estadounidense llegó al puerto de Sines, en Portugal, en el año 2016. Tres años más tarde, en 2019, Estados Unidos fue tercer aprovisionador de gas en España, por detrás de Qatar y de Nigeria, ampliando y enriqueciendo así la diversidad de suministro que tiene actualmente la Península Ibérica. Este variación en la oferta provocó un cambió en el aprovisionamiento español, hasta entonces dominado por el gas canalizado. También, la caída de los precios mundiales del gas, haciendo más competitivo el GNL, provocó que el pasado año 2019 el gas por canalización supusiera el 43% del total mientras que el Gas Natural Licuado alcanzaba el 57% de total del gas que entraba en España.

 

Si saltamos al arranque de este año 2020, en enero y febrero  la tendencia se acentúa y Estados Unidos se convierte en el primer aprovisionador de gas en España, creciendo el porcentaje de GNL frente al canalizado hasta el 61,7%. Nos estamos convirtiendo en un mercado dinámico que se impulsará con el Tanque virtual único —en funcionamiento desde el 1 abril— que potenciará el Hub de GNL mundial en el que puede transformarse la Península Ibérica.

 

Como primer impacto, los precios bajos y la baja demanda asiática han provocado un claro y evidente aumento del almacenamiento. Durante 2019, todas las plantas de regasificación han alcanzado valores de llenado muy superiores a los del año anterior y, en ocasiones, con valores cercanos al 100% de su capacidad. En septiembre de 2019 se produjo el máximo histórico con 33 descargas, hecho que no se producía desde inicios del 2008.

 

En lo que va de este 2020, la demanda de gas se ha derrumbado en respuesta a la cuarentena mundial impuesta por los Gobiernos para poner freno a la propagación del COVID-19, provocando un exceso mayor de GNL y un nuevo derrumbe en los mercados internacionales de gas.

 

Conforme los países se vayan recuperando, la demanda tenderá a normalizarse y a largo plazo se recuperará, pero la extrema volatilidad continuará siendo la nota dominante en los mercados mundiales durante los próximos  meses y habrá que esperar en cada país a ver cómo va saliéndose de la pandemia.

 

Por todo ello, a medio plazo, los precios del gas serán un reto y un desafío. Vivimos una incertidumbre respecto al plazo de recuperación de la demanda, a la que se añaden las dudas sobre si la oferta se va a mantener en los niveles anteriores a la COVID-19. Si continúan los precios bajos, esto provocaría un cierre de los pozos existentes de shale gas ya que su viabilidad económica y rentabilidad no sería posible, por lo que el exceso de GNL en el mundo sería menor. Pero, una vez la demanda se recupere, en algún momento los precios volverán a subir si la oferta de gas no puede respaldar ese incremento de demanda.

 

 

La situación futura será beneficiosa para España, ya que el riesgo estará más diversificado gracias a dos mercados que nos benefician GNL y canalizado. A largo plazo, también no hay que olvidar en España el desarrollo del gas renovable. Aunque todavía está en desarrollo y su coste es elevado, el gas renovable además de contribuir a la descarbonización reduciría la dependencia energética que mantenemos ahora con respecto a otros países. A medio plazo deberíamos conseguir precios competitivos de gas renovable y ello diversificaría aún más el aprovisionamiento en España de modo que por fin tuviéramos un nuevo y positivo escenario de gas competitivo para nuestra industria.