La que se avecina: ¡el gas se sube al ático!

Verónica Rivière, presidenta GasINDUSTRIAL

 

Como muy bien sabemos, para hacer posibles sus procesos productivos  la industria necesita consumir el 60% del todo el gas que llega a España. Esta premisa es suficiente para entender que las industrias manufactureras estén seriamente  preocupadas por los altos precios del gas que vemos ya y que intuimos, por los datos que se anuncian, que se nos avecinan “in crescendo”. Para entender la preocupación de las empresas, baste con señalar que este año 2021 Mibgas está cotizando precios nunca vistos desde sus inicios allá por diciembre de 2015. 

 

Los precios mínimos se produjeron durante 2020 y fueron debidos a la baja demanda de gas mundial por la pandemia COVID, lo que provocó un exceso de GNL que hizo que se desplomaran todos los mercados. No creo que sea necesario detallar las razones que llevaron a esa situación. Desde entonces, los precios han ido escalando sin cesar hasta récords que a todos nos asombran porque nunca antes los habíamos  visto. En mayo de 2020 la media mensual fue de 5,33€/MWh y la primera semana de este septiembre 2021 los mercados ya han superado los 58€/MWh. Y hoy nuevamente hemos batido otro récord con una gas a ¡69,58 €/MWh! En poco más de un año los precios se han multiplicado por más de diez y los mercados de futuros indican que hasta la primavera del próximo 2022 no se producirá una estabilización.

 

 

Para poder entender el mercado gasista español y saber qué está pasando con el gas que necesitamos los consumidores industriales españoles, es importante conocer la diversificación del aprovisionamiento de gas, Pues bien, son seis las plantas de regasificación que nos conectan con los mercados globales y el GNL. Los principales suministradores de GNL en España son Rusia (10,43% en 2020), Estados Unidos (15,87% en 2020), Nigeria (12,09%) y Qatar (8,82%). Los altos precios del JKM asiático y la alta demanda de Asia hacen que se desvíen barcos de GNL hacia ese mercado provocando precios máximos en toda Europa y disparando los precios del TTF. Las importaciones asiáticas han aumentado un 25% respecto a 2020 y un 36% respecto a 2019; una tendencia alcista que se ha sostenido durante todo este año 2021 sin incorporarse mayor producción para poder atender el incremento de la demanda.

 

Además, en cuanto a la oferta, en Europa se aprecia una persistente escasez de suministro por gasoducto debido a las continuas interrupciones por mantenimiento, las dudas en la fecha de la entrada en funcionamiento de Norstream2 y la reducción de flujos por tensiones geopolíticas.  Todas estas razones juntas generan un apoyo alcista adicional en los precios; altos precios que además han frenado el llenado de los almacenamientos que habitualmente se realizaba en época estival para prepararse para el invierno.

 

En referencia a las conexiones internacionales por gasoducto, el  mayor suministrador de gas canalizado es Argelia, cuyo gas nos llega a través del gasoducto del Magreb, que atraviesa Marruecos llegando a Tarifa, y el gasoducto de Medgaz, que conecta directamente Argelia y Almería. En 2020, nos suministró el 29,05% del gas. Hace unas semanas,  Argelia anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Marruecos por lo que ese aprovisionamiento de gas se ve posiblemente amenazado, pese a que las autoridades argelinas  han anunciado que garantizan a España todo el suministro a través de Medgaz. Sin embargo, su capacidad es la que es peligra que Argelia pueda mantener el volumen de sus exportaciones lo que ponga en riesgo los contratos a largo plazo con España. Pese a ello, seis plantas de regasificación y una gran diversidad en el aprovisionamiento –14 países han suministrado gas al sistema en 2020– suavizan el riesgo de garantía de suministro, pero de lo que no hay duda es que las inciertas relaciones entre Argelia y Marruecos pueden disparar a golpe de titular el precio del gas en España y desacoplarnos del TTF lastrando la competitividad de las industrias españolas en comparación con sus homólogos europeos.

 

Un invierno preocupante

Tensiones geopolíticas, mercados globalizados, escasos niveles de almacenamiento para hacer frente al invierno e incertidumbre en la fecha de puesta en marcha de Norstream2, calentarán los mercados gasistas mundiales y auguran un invierno complicado. Estamos sometidos a fuerzas del mercado y nuestra competitividad depende principalmente de Moscú, EEUU, Argelia y Asia, como también depende de si hará frío o calor.

 

La industria maneja estas incertidumbres con la gestión de sus contratos y del riesgo; contratos muy diversos referenciados a TTF, NBP, Mibgas, HH, Brent, tipo de cambio o a precio fijo, que habitualmente se cierran a uno o dos años vista. En función del contrato que se tenga y los cierres que se hayan realizado, se sufrirá más o menos a día de hoy la volatilidad del mercado. Pero a medida que vayan venciendo los contratos los industriales verán reflejado el coste actual del mercado en sus precios. Por eso, nuestros industriales viven con inquietud y preocupación la evolución de los precios del gas, porque los costes energéticos (electricidad, gas y CO2) son vitales para la competitividad industrial. Confiemos en que los mercados se calmen y logremos tener un gas a precios razonables. 

 

Diferencial con nuestros competidores

La industria está sometida a competencia internacional, por ello nuestra competitividad depende del diferencial de precios con nuestros homólogos en esa liza. Es vital no tener costes adicionales a los que paga nuestra competencia que incrementen la brecha de precios. Actualmente está en tramitación el anteproyecto de Ley del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE), la aportación que supone incrementaría la brecha de nuestros costes del gas con los de nuestra competencia europea, algo inasumible en un momento como el actual en el que nuestra industria lucha por recuperar el terreno perdido en la pandemia COVID. 

 

Debemos de proteger a la industria de políticas energéticas que lastren su competitividad. A día de hoy no existe otro combustible térmico que pueda sustituir al gas. No hay que forzar, ni acelerar, ni empujar políticas que nos lleven a una pérdida de competitividad, a posibles deslocalizaciones y pérdidas de empleo… y menos cuando no existe, ni técnica ni económicamente, un combustible alternativo que sea competitivo. Seamos capaces de acompasar  sostenibilidad ambiental con sostenibilidad económica y dar tiempo al desarrollo tecnológico de combustibles alternativos que nos acompañen hacia la descarbonización, y que el hidrógeno o el gas renovable sean un realidad para la industria.

 

Verónica Rivière, presidenta GasINDUSTRIAL