Verónica Rivière, presidenta de GasINDUSTRIAL
Con antelación, desde abril a octubre, los países europeos se preparan para el invierno. En ese periodo tiene lugar la campaña de inyección de gas en los almacenamientos subterráneos de Europa. Almacenamos gas para hacer frente a la entrada de los consumidores de calefacción.
Como todos sabemos —y padecemos—, desde abril de 2021 los precios del gas se han ido incrementando de forma progresiva; unos altos precios que vienen provocados principalmente porque los mercados han ido incorporando el miedo al desabastecimiento, a quedarse sin gas, y a la alta competencia por cazar metaneros. Gazprom cumple con sus contratos a largo plazo con Europa y no ha faltado el gas en ningún momento, pero ha dejado sus almacenamientos propios vacíos, de forma que los mercados europeos, altamente dependientes del gas ruso, se dispararon. En febrero, cuando ya se estaba acabando el invierno y el riesgo a quedarse sin gas disminuyó, los precios empezaron a relajarse pero el camino descendente de precios no duró mucho y la invasión de Ucrania y el riesgo a quedarse nuevamente sin gas volvieron a dispararlos.
Fruto de los altos precios del gas que se están sufriendo estos meses en Europa y en los mercados, la UE ha ido publicando medidas que los Estados miembros pueden implantar, y acaba de publicar su segundo paquete de medidas RePowerEU. Las medidas europeas no tienen el mismo impacto en todos los países.
Diversificación de suministro
España, como isla energética, es un país de GNL. En 2021, se descargaron 254 buques metaneros desde 14 países distintos. Todo el gas se gestiona en un tanque virtual único, haciendo que seamos un país puntero en la gestión del GNL. En enero y febrero, el GNL supuso el 68 % del gas que entró en España.
En cuestión de diversificación, ya hemos hecho los deberes y estamos pagando por ello desde hace años. Nuestros precios son superiores a los de nuestra competencia al incorporar costes adicionales que no tienen otros países. Tenemos seis plantas de regasificación operativas, otros países no tienen tantas regasificadoras y muchos ninguna, como Alemania. Por lo que nuestros costes regulados han sido siempre superiores a los europeos.
Más allá del precio de los mercados, la historia va de diferenciales. ¿Por qué voy a comprar o invertir en una industria española gasintensiva si es más competitiva otra industria situada en Italia, Francia o Alemania? Estos diferenciales nos llevan a la deslocalización de la producción industrial, a una clara reducción de las inversiones y a una muerte lenta del tejido productivo.
Interconexiones
España podría ser la puerta sur de Europa en cuestión de gas, potenciando una mayor utilización de nuestras infraestructuras, lo que supondría mayores ingresos para el sistema gasista. Por ejemplo, la planta de Barcelona con una capacidad de regasificación de 18,7bcm al año, únicamente se utiliza una media del 15%. Dejar de ser una isla energética ha sido y es una vieja aspiración para nuestro país que podría hacerse realidad.
En la interconexión actual (Irún y Larrau), el flujo de gas se ha invertido y, principalmente, estamos exportando gas a Francia, aunque muy poco y únicamente en momentos puntuales. Es una interconexión que se utiliza para ajustes y trading entre el mercado francés y el español, pero no como vía de aprovisionamiento hacia Europa.
La historia va, nuevamente, de diferenciales
Pensemos si una comercializadora alemana tendría interés en contratar a largo con un país productor durante, por ejemplo, 15 años con puerto de descarga en España, vehicular el gas a través de España y Francia, y pagar todos los peajes de tránsito y transporte hasta llegar al consumidor alemán. Pues bien, eso parece que no resultaría competitivo, sí lo sería —más competitivo y más sencillo— contratar la descarga en Dunquerque, Zeebrugge o Rotterdam, a la espera de que se construyan las terminales de GNL previstas en Alemania. Según datos de ACER, el uso de la capacidad de regasificación de Dunquerque es del 27%, la de Zeebrugge del 22%. Resulta complicado que algún país europeo se comprometiese a largo plazo en utilizar a España como puerto de entrada del gas. Muy posiblemente, al cabo de un tiempo utilizaría otros puertos de entrada. Son demasiados interrogantes e incertidumbres y poco compromiso a largo plazo de Europa.
En ese sentido, nos parece acertada la petición del Ministerio de que cualquier interconexión española sea financiada por Europa. Si garantizamos el suministro europeo, la medida tiene que venir financiada por Europa. No vayamos a quedarnos pagando una infraestructura que luego nadie quiera utilizar si a mitad de camino desvían esos barcos hacia otros puertos europeos porque los diferenciales sean mejores.
Medidas de eficiencia energética
Es indudable que el mejor MWh es el que no utilizas y no tienes que pagar. Medidas en este sentido son siempre positivas. En este sentido nuevamente somos afortunados. El peso del consumidor doméstico en la demanda de gas nacional es únicamente el 20%. Unos inviernos más cortos y más benignos que en el resto de Europa hacen que el despliegue del consumidor doméstico de calefacción sea menor en España. Seguro que en cualquier país del norte de Europa se utiliza más la calefacción a gas si lo comparamos con su uso en Sevilla, Valencia o Barcelona. El impacto en bajar el termóstato 1ºC es mayor en Europa que en España.
Medidas de intervención en un mercado mayoritariamente de GNL
Somos el país europeo con mayor aprovisionamiento por GNL. Medidas europeas financiadas localmente pueden llevarnos a que se incrementen los diferenciales de precios respecto a nuestra competencia europea, incrementando la brecha de precios y lastrando nuestra competitividad. Seamos conscientes que cualquier medida sobre el mercado de GNL que impacte en los costes regulados de las industrias gasintensivas, puede perjudicar nuestra competitividad e hipotecar nuestro futuro industrial. Pagaríamos más que cualquier otro país europeo al tener más GNL y tendría mayor impacto en el consumidor industrial al ser la base del sistema gasista y consumir el 60% de todo el gas en España.
Somos europeos pero somos diferentes, así que seamos prudentes y sensatos en las medidas que se implanten en España. Sin duda, son necesarias y urgentes medidas a corto plazo pero es vital valorar su impacto en la industria gasintensiva exportadora.