El consumo de gas, un indicador de la salud económica de la industria

Verónica Rivière, presidenta GasINDUSTRIAL

 

El consumo de gas para la industria está cayendo de forma dramática y progresiva a lo largo del año 2022. En junio el descenso alcanzó un -20%, en julio llegó al  -31,9%, en agosto subió al  -39%) y en este mes de septiembre la demanda convencional se ha reducido hasta el -38,5%, todo ello respecto al año anterior.

 

Al no existir, a corto plazo, alternativas al gas como fuente de calor o de materia prima, la industria está parando; los altos precios del gas han provocado que pierda competitividad de manera alarmante. Llega un momento en que a las empresas les resulta imposible trasladar sobrecostes al producto final, ya que de hacerlo se destruye la demanda del producto. Y es complicado exportar y competir en mercados internacionales cuyos costes del gas son más competitivos.

 

Los altos precios del TTF, que es el mercado de referencia en Europa, impactan en todos los países del continente. Durante los meses de julio y agosto el descenso en España de la demanda convencional alcanzó la cifra de -34,1% mientras en Portugal fue del -15,7%, en Italia del -9,9%, en Francia del -12,1% y en el Reino Unido del -9,6%. Dado que el consumo doméstico de gas va fundamentalmente dedicado a calefacción y ese concepto es nulo o simbólico en julio y agosto, podríamos interpretar que el descenso se produce principalmente en la industria.

Sin duda alguna, el impacto ha sido más acusado en España que en el resto de Europa, llegando aquí a caer el doble o incluso el triple que cualquier otro país del entorno.

 

En los pasados meses, Europa ha ido emitiendo comunicados de lo que pueden o no hacer los Estados miembros y muchas de las medidas se han enfocado principalmente en reducir la dependencia del gas ruso mediante el ahorro energético, electrificación, búsqueda de proveedores alternativos, etc. En España no tenemos dependencia del gas ruso ni graves problemas de suministro pero si lo tenemos con el precio. Vista la caída del consumo de gas industrial, el problema evidentemente es dos veces e incluso tres veces más grave o más que en el resto de Europa.

 

A finales de marzo 2022, se publicó en el DOUE el “Marco Temporal relativo a las medidas de ayuda estatal destinadas a respaldar la economía tras la agresión contra Ucrania por parte de Rusia”, que en los puntos 52 y 53 puntualiza que la Comisión Europea autoriza ayudas directas por los altos precios de energía de hasta 2 millones de euros o de 25 millones de euros en caso de que la industria sea de elevado consumo energético y esté en pérdidas de explotación. Si además se pertenece a sectores o subsectores específicos, la ayuda podría incrementarse hasta 50 millones de euros. Francia y Alemania ya han desplegado esta ayuda directa, además de nacionalizar pérdidas de las comercializadoras que no han trasladado los altos precios a sus clientes. No todas las industrias en Europa están pagando el precio spot de los mercados. En España la ayuda directa ha sido de 2.600 euros por trabajador con un máximo de 400.000€ por grupo empresarial, muy lejos de las ayudas que permite Europa. Aquí, nuevamente vamos rezagados.

 

El coste energético subvencionable de los aludidos puntos 52 y 53 establece el periodo comprendido entre el 1 de febrero de 2022 y el 31 de diciembre de 2022, a más tardar, como periodo subvencionable. En España se desplegó la ayuda directa más rápida y se sigue estudiando la ampliación de las ayudas pero sin actuar aún.

 

Actualmente, estamos centrados en el plan de contingencia y el ahorro del 7% del consumo de gas. El Plan común europeo es para ahorrar gas y que Europa no sea tan dependiente del gas ruso. Es indudable que estamos en Europa y que debemos cumplir con los compromisos europeos, pero estas medidas no solucionan a corto plazo el problema de precio que estamos sufriendo en España.

 

Desde el 1 de agosto pasado está vigente el plan “Save Gas for a Safe Winter”, en la que España debería reducir su consumo de gas un 7% por debajo de la media de los cinco años anteriores. Excluyendo y considerando la demanda de gas dedicada a la exportación eléctrica seguridad de suministro, el resultado es del -13%. Hemos ya superado de largo ese porcentaje fijado por Europa; el ahorro lo ha conseguido el desplome industrial, algo indeseable por su evidente y pernicioso impacto en el empleo y en la economía.

 

Vamos en el furgón de cola de Europa en lo que respecta a protección de la industria consumidora de energía y no parece que en el horizonte veamos señales de esperanza. Europa está muy centrada en la seguridad de suministro y parece haber aparcado el problema de los precios de gas y marea documentos sobre una posible intervención de TTF. 

 

Si bien no somos dependientes de Rusia, sí que lo somos del GNL. Somos el país que recibe más porcentaje de gas licuado de toda la Unión Europea. Una intervención de los mercados tendría mayor impacto en España de desconocidas consecuencias difíciles de valorar.

 

Todo esto nos reafirma en que el invierno será complicado.

 

Verónica Rivière

Presidenta de GasINDUSTRIAL