Quo vadis industria gasintensiva

Verónica Rivière, presidenta de GasINDUSTRIAL

 

El consumo de gas —lo hemos dicho ya en alguna ocasión— es un claro indicador de la salud económica de las industrias gasintensivas, que compiten con márgenes muy ajustados en los exigentes mercados internacionales. 

La crisis energética de los dos últimos años evidencia el gravísimo efecto directo de los altos precios en nuestras industrias, algo imposible de repercutir en su producto final y que se une a la falta de competitividad, provocando la deslocalización de la producción, la disminución de las exportaciones y el aumento de las importaciones que desplaza la producción nacional. 

Sin duda, es para estar muy preocupados. En el segundo semestre de 2022, la reducción del consumo de gas frente a un año estándar supuso una fuerte caída de entre el 35% y el 40%. Y hoy, con los mercados aparentemente más tranquilos pero sin ser competitivos, seguimos un 20% por debajo de lo que sería el consumo habitual. No se dejen engañar porque no es consecuencia de una mayor eficiencia sino de la deslocalización de parte de la producción, el aumento de las importaciones, el dumping chino. O simplemente se debe al “dopaje” de las ayudas de otros países europeos, como Portugal, Italia, Francia o Alemania, que han sido más ágiles y rápidos para poner en marcha medidas de mayor impacto para sus industrias mientras en España nos han llegado un año tarde y con desconocimiento aún de los importes que seguramente irán prorrateados.

 

La Administración española debe ser más ágil y rápida en el apoyo a la industria gasintensiva y no agobiar a las empresas con dificultades, complejidades y requisitos discriminatorios que imponen excesivas cargas formales y burocráticas. En ese sentido, nuestra regulación podría llegar a ser de las más restrictivas de la UE, lo que supone sin duda un freno al desarrollo industrial.

 

Reindustrializar España 

El próximo Gobierno debería articular con urgencia la línea de ayudas de forma más efectiva y a menor plazo para evitar el riesgo de deslocalización de nuestro tejido industrial. Existe temor a un posible desplazamiento de la producción nacional por el gran aumento de las importaciones de otros países y, como novedad, ya se aprecia la falta de pedidos, síntoma claro de lo que podría ser una recesión inminente. Urge reindustrializar España y Europa.

 

Resulta altamente complejo saber hacía dónde irá la demanda industrial. Por el momento solo podemos decir, siendo optimistas, que ha dejado de caer. Los últimos meses, la industria gasintensiva ha ido oscilando o ha estado estancada en la horquilla del -15/-20% respecto a un año normal. Veremos si en los próximos meses empieza a remontar o sigue la misma senda. La incertidumbre será nuestra compañera durante este invierno.

 

A largo plazo, ante cualquier cambio de vector energético, es fundamental que las industrias españolas mantengan la competitividad —nacional e internacional— que posibilite la realización de sus actividades siendo medioambientalmente sostenibles a igual o menor coste que su competencia. Precios poco competitivos de gases renovables o hidrógeno lastrarían también a la industria y harían que se deslocalizara. 

 

Alternativa accesible, asequible y competitiva

Estos dos últimos años han sido un “test de estrés” del impacto de altos precios y de cuánto peso puede aguantar la industria. La transición energética tiene un coste y es evidente la alta sensibilidad de la industria a los precios que demuestra que para poder cambiar de gas natural a hidrógeno renovable se necesitan medidas regulatorias que aseguren la competitividad en toda la cadena hasta el consumidor industrial. De lo contrario, el cambio será un lastre para las industrias. 

El hidrógeno verde está iniciando su andadura, todavía le queda mucho camino por recorrer y por suponer realmente una alternativa accesible y asequiblemente competitiva. La transición deberá ser ordenada y competitiva para la industria o no será.

 

Verónica Rivière

Presidenta de GasINDUSTRIAL