El Periódico del Azulejo reproducía el editorial de Verónica Rivière en el boletín electrónico de abril de GasINDUSTRIAL. “Una transición energética a nuestra medida”, titulaba la presidenta de GasINDUSTRIAL su artículo que se centraba en el almacenamiento de gas. Como explicaba Rivière al comienzo de su editorial, la obligación de la UE de alcanzar el 90% de llenado en los almacenamientos subterráneo de gas antes del invierno ha cumplido el objetivo de reforzar la seguridad de suministro. “Sin embargo, esta medida ha tenido un coste significativo para el mercado gasista europeo, que sigue alejado de los precios previos a la crisis energética, y ha generado disfunciones que ya no se pueden ignorar”, afirmaba la presidenta.

 

El calendario de llenado no se ajusta a la realidad de todos los Estados Miembro. En España, por ejemplo, el contexto es radicalmente distinto. Disponemos de siete plantas de regasificación activas, acceso directo al gas argelino y una demanda doméstica notablemente menor que la de otros países del centro y norte de Europa. Según explicaba Rivière, “imponer una misma obligación de llenado para todos los países no solo es ineficiente, sino que penaliza especialmente al consumidor industrial, que asume ahora el coste de almacenar gas que ni necesita ni utilizará”.

 

Este es el momento de repensar cómo el almacenamiento subterráneo puede integrarse de forma más eficiente en el contexto energético español, que presenta características estructurales muy distintas a las de otros Estados Miembro. “No podemos seguir con una normativa rígida que no tiene en cuenta las particularidades de cada sector y cada economía”, aseguraba la presidenta. 

 

“Y es aquí donde enlazamos con un tema que no podemos separar de esta discusión: la descarbonización industrial -continuaba Verónica Rivière- La industria gasintensiva española está comprometida con la neutralidad climática en 2050, pero necesita margen para elegir cómo y cuándo llegar a ese destino”. “I did it my way”, dijo Frank Sinatra, y es que, al igual que en la industria, “necesitamos tomar el control de nuestro propio destino, definiendo el camino hacia la descarbonización de manera inteligente y responsable”, explicaba Rivière. Es fundamental que cada industria pueda adoptar el camino más adecuado a sus circunstancias, sin imposiciones externas que perjudiquen su competitividad.

 

La transición energética no debe estar marcada por un único modelo, sino por la libertad de elección y la innovación. El reto de la descarbonización requiere un enfoque flexible que permita a cada sector adaptar su proceso de transformación de acuerdo con sus propias características y capacidades. Si insistimos en aplicar soluciones uniformes, no solo no alcanzaremos nuestros objetivos climáticos, sino que corremos el riesgo de deslocalizar nuestra industria, perdiendo competitividad en el proceso.

 

Lo que está en juego es la capacidad de la industria para mantenerse competitiva mientras avanza hacia la neutralidad climática. Sin esa competitividad, no habrá una industria sólida que impulse la transición energética. No se trata solo de descarbonizar, sino de hacerlo de manera que fortalezca nuestra economía y nuestra industria. “Si España quiere liderar esta transformación, debe dejar atrás la rigidez y escuchar las demandas de sus sectores productivos. Neutralidad tecnológica y flexibilidad en el ritmo, sin forzar ni obligar a las industrias a transitar por vías que solo llevan a la deslocalización”, finalizaba la presidenta de GasINDUSTRIAL.

 

El diario económico Expansión publicaba a finales de abril una información que bajo el titular de “Cómo hacer que la industria europea sea competitiva y sostenible” recogía la celebración de la mesa redonda “El reto de la competitividad de la industria europea”, organizada por el periódico en colaboración con Deloitte y de la que ya informamos en el boletín de abril. El evento contó con la participación de la presidenta de GasINDUSTRIAL junto a Oliverio Álvarez, Deloitte; Leonardo Hervás, Cide; Carola Hermoso, Unesid; Alberto Fuentes, Ferroglobe; y Carlos Reinoso, Alianza por la Competitividad de la Industria Española.

 

El Pacto Industrial Limpio de la Comisión Europea, pendiente de aterrizar, redefine la hoja de ruta para ser climáticamente neutros en 2050 combinando el avance en sostenibilidad con la competitividad. Entre los desafíos están el alto coste energético, la competencia desigual con otros países, la simplificación administrativa o la financiación de la descarbonización, según las conclusiones de la mesa redonda.

 

Los participantes coincidieron en que Europa debe actuar frente al desequilibrio de una sobrecapacidad de producción industrial de terceros países, subsidiada, más contaminante, y con leyes ambientales y laborales más laxas. El gran reto de la descarbonización es "hacerlo de una manera competitiva porque los mercados son globalizados", incidía Verónica Rivière. A esta competencia, con quien tiene gas o leyes laxas, Rivière añadía las "dispersiones con Estados miembros por políticas internas de apoyo a sus industrias que aquí tenemos que ir trabajando".

 

Se defendió un precio del gas estable y mantener la energía nuclear para ser competitivos a corto plazo. Y se pidió más simplificación y agilidad administrativa o no depender de fondos europeos para transformar la industria de España.