La industria paga el pato

Juan Vila, presidente de GasINDUSTRIAL 

 

A punto de cumplirse un año de la presentación del estudio de GasINDUSTRIAL: “Competitividad industrial y precios del gas en España”, en el que, entre otras conclusiones,  se evidenciaba que pagábamos por peajes el doble que nuestros homólogos franceses y hasta cuatro veces más que los alemanes, esta injusta realidad sigue penalizando nuestra competitividad, mientras los industriales continuamos esperando una señal de cambio. 

 

En la elaboración del citado informe se trabajó con estadísticas de Eurostat, lo que dio lugar a ciertos comentarios sobre la posible inexactitud de algunos datos provenientes de esa fuente. 

 

GasINDUSTRIAL, que nació hace dos años con el objetivo de lograr un gas más competitivo para la industria, busca y trabaja siempre con información solvente y veraz que le permita mantener criterios firmes basados en realidades contrastadas. Y en este sentido, en España, los peajes de gas no son precisamente transparentes. Cada empresa comercializadora los incluye de la forma más conveniente para ella y no para el cliente, que lo que pretende y necesita es saber sus costes totales de gas.

 

Esta dificultad en la obtención de información fiable nos ha llevado a recabar y contrastar datos provenientes de ejemplos de peajes, totalmente incuestionables, en fábricas  del entorno europeo. Así, decidimos hace algunas semanas solicitar a varias empresas, con instalaciones en España y en otros países europeos, los costes de los peajes que pagan en sus diferentes fábricas. Con los datos recogidos se ha elaborado un análisis con y sin los impuestos del céntimo verde, denominación local del todo desacertada porque ni es solo un céntimo ni tiene nada verde.

 

Pues bien, estamos en condiciones de asegurar que en las más de 20 fábricas estudiadas, y sin considerar impuestos, España tiene unos peajes del gas que doblan los de Francia en el rango que encapsula más de un 90% de nuestras fabricas, o sea entre 0,3 y 4,5 TWh de consumo anual. Con Alemania, dependiendo del consumo, estamos entre tres y cuatro veces más caros. Respecto a Italia, nuestros costes siempre están por encima, siendo en algunos casos el doble y en otros un 50% más caros. Y frente al Reino Unido, la situación se sitúa entre Alemania y Francia.

 

Créanme si les digo que, si las conclusiones del sondeo sin incluir impuestos nos causaron una verdadera jaqueca, el análisis con impuestos, literalmente, nos colapsó.

 

Los industriales españoles soportamos unos costes fijos (peajes+impuestos) de 6 millones de euros para una fábrica que consuma 1,0 TWh al año. Esa misma fábrica con el mismo consumo anual, en el Reino Unido o Alemania pagaría por debajo de 2,0 millones de euros y en Francia unos 3,0 millones de euros. Para rangos de consumo mayores la situación todavía empeora más.

 

Es cierto que España, desde unos diez años, cuenta con numerosas regasificadoras para la descarga de barcos de GNL que están a 20 % de capacidad y de tubos de transporte de este gas semi vacios, y todo eso hay que pagarlo. Pero no es menos verdad que estas centrales y estos tubos fueron construidos para los ciclos combinados, que estaban en constante crecimiento animados por una normativa española que les permite cobrar hasta por estar parados. Pero la industria, ni los necesitaba entonces ni los necesita ahora.

 

Algo no tiene sentido en esta realidad. Construyes un ciclo combinado que funciona el  15% del tiempo y no te arruinas ni vas a concurso de acreedores porque el Estado se encarga de pagar tu error regalándote dinero por algo que se denomina pago por capacidad. Además, ni de lejos pagas los peajes de gas que resultan de la construcción de kilómetros y kilómetros de nuevos tubos. Solo pagas por lo que consumes, y como consumes poco, pagas poco. Los ciclos combinados solo consumen el 20% del gas del país.

 

Este, digamos, “pago del pato” está distribuido. Es como la producción distribuida de electricidad, pero en aportaciones a los peajes. El pago del pato de los tubos y de las regasificadoras ha pasado a los que no los necesitaban, a las miles de  industrias de este país que consumen el 60% del gas. Esta injusticia ha hecho que, en diez años, los peajes industriales para el mismo servicio se hayan doblado.

 

Los peajes e impuestos representan ahora entre un 20 y un 30% del precio del gas, lo que resta competitividad a nuestras industrias con respecto a las de Centroeuropa, algo que las conduce incluso a tener que recortar en personal y en salarios.

 

Mientras, continúan los privilegios anteriores como si no hubiera habido una brutal crisis; continúan los pagos garantizados por el Estado para la construcción y amortización de ciclos combinados, tubos, regasificadoras y demás infraestructuras. 

 

Y por cierto, el céntimo verde se puso en marcha para pagar el déficit eléctrico. Ya es hora de quitarlo, aunque sea responsabilidad de un departamento gubernamental diferente.

 

Las cosas tienen que empezar a cambiar, necesitamos señales que nos indiquen que se entiende el problema y que se van ya a adoptar nuevos planteamientos que lo resuelvan en un futuro próximo. No hay ni mejor tiempo ni mejor señal que ahora. La industria, este gran motor económico del país, lo necesita

 

Juan Vila, presidente GasINDUSTRIAL