Proezas del siglo XXI: competir en Europa como industria española

Verónica Rivière, presidenta GasINDUSTRIAL

 

El deterioro de la industria manufacturera española se refleja directamente en su consumo de gas. En esto, los milagros no existen y, por ahora, es casi imposible producir un bien final sin la contribución del gas. Y es que encontrar una tecnología que lo sustituya como materia prima o fuente de calor en igualdad de coste y solución, parece ciencia ficción. Sin duda, llegará el día que otros vectores energéticos desplacen al gas, pero tendremos que ser pacientes y dar tiempo al tiempo para que sean técnicamente viables y competitivos. 

 

El pasado marzo, el consumo de la industria ha caído 18% si lo comparamos con el mismo mes del año 2019 o del 2021; un dato preocupante, si bien debemos reconocer que nos podría parecer menos terrible que las dramáticas caídas de entre el 30% y el 40% que sufrimos desde septiembre 2021 hasta enero 2023. Esta realidad supone un duro golpe para el país y para su economía, un golpe que hoy es un aviso pero que mañana puede ser una tragedia, ya que tras la noticia de la caída de la demanda de gas se esconde un peligro para el empleo y para la riqueza del país. (Ver gráficas en A Fondo)

 

Tampoco creamos que es un hecho aislado. Todas las industrias europeas han reducido su demanda de gas durante estos últimos meses. Globalmente, los altos precios gasistas han tenido un gran impacto en la producción industrial, ya que estos costes son fundamentales para las manufactureras. Pero sí debemos preocuparnos, y mucho, porque la caída está liderada por España con una reducción del 23,3%, un porcentaje muy relevante. Es verdad que también sienten cierto descenso, pero muy a lo lejos, Francia y Alemania, según datos de Bruegel y transportistas europeos, pero para dar idea de la diferencia, nosotros duplicamos a los franceses en esa caída del consumo industrial.

 

Pagamos el gas un 40% más que nuestra competencia alemana 

Sería lógico preguntarse por qué, si todos los países europeos estamos afectados por la crisis energética y los altos precios de mercado, los españoles caemos más. Y es que ahora también surge la desventaja competitiva que veníamos arrastrando desde hace años: nuevamente va en nuestra contra el factor de no tener un precio competitivo. Los recién publicados datos de Eurostat del segundo semestre de 2022, evidencian que España paga el precio más alto comparado con sus competidores: pagamos el gas un 40% más que nuestra competencia alemana (a falta aún del dato de Italia).

 

Esta falta de competitividad en precios explica por sí sola la reducción de consumo de gas, ya sea por deslocalización de la producción hacia países con costes más competitivos, por la evidente reducción de los pedidos y porque las importaciones han desplazado la producción nacional y las ventas nacionales. 

 

Al factor precio hay que sumarle las ayudas del Marco de Ucrania. El resto de Estados miembros han articulado mucho antes mecanismos de mitigación del impacto de los costes del gas natural, más accesibles respecto a los requisitos de exclusión, mejor alineados con la política de la Unión Europea, más ágiles y rápidos y por un importe mucho mayor. Aquí, seguimos esperando la publicación de la Orden de las limitadísimas y complejísimas ayudas gasintensivas, mientras las industrias competidoras de otros países europeos avanzan bien dopadas de ayudas y compiten en mejores condiciones que nosotros.

 

El incremento de las exportaciones se debe a los precios, no al volumen

Dado el incremento de precios, resulta normal que todos los indicadores de producción aumenten. La media de TTF en 2019 fue de 13,49 €/MWh. Si comparamos ese año con 2022, el precio de media anual se incrementó un 912%. Y comparando mes a mes llegó incluso a incrementarse en agosto 2022 un 1.744%.

 

El valor de las importaciones o de las exportaciones aumenta debido a los altos precios del gas, y más en las industrias gasintensivas. Ya lo indica el informe del Banco de España “La evolución reciente de las importaciones de bienes a la luz de algunos condicionantes”. Las importaciones españolas se incrementaron en 2022 un 5,5%. El informe apunta que uno de los motivos es el aumento de precios de la energía y también la sustitución de producción nacional de bienes por importados, principalmente en aquellos sectores más intensivos en el uso de la energía. Los datos evidencian la pérdida de competitividad de la industria manufacturera española con el diferencial de crecimiento entre los precios industriales de importación (IPRIM) y los precios industriales de la producción interior (IPRI), y se muestra el deterioro en aquellas ramas con una mayor dependencia energética.

Situación crítica del sector industrial gasintensivo español

El sector industrial gasintensivo español atraviesa una situación crítica, especialmente preocupante si se pone en relación con el resto de Estados miembros y las medidas adoptadas en ellos para dar respuesta a la situación de crisis. 

 

Al verse obligada a asumir mayores costes, la industria española se ha visto notoriamente más afectada por los daños ocasionados por el catastrófico aumento del precio del gas natural que lo que ha sido para otros Estados miembros.

 

Estos precios y pérdida de competitividad industrial española —y europea— son preocupantes, ya que a medio y largo plazo los efectos serán nocivos para todo el continente, lo que significa que un industrial ya no invertirá en nuevas capacidades industriales en Europa, frente a un riesgo demasiado grande debido al alto costo de la energía. Recordemos que, en Estados Unidos, el MWh de gas cuesta 7 euros frente a los 40 europeos actualmente. Es una mala noticia hoy para el futuro y para todos, porque los precios actuales siguen lastrando a la industria y a sus potenciales nuevas inversiones en Europa. Sabemos que hay que dar tiempo a la tecnología para que solucione lo que llaman el trilema energético: competitividad, seguridad de suministro y sostenibilidad medioambiental, pero resulta urgente y necesaria una política energética europea que proteja a la industria y evite su deslocalización en una economía globalizada.

 

Verónica Rivière

Presidenta de GasINDUSTRIAL